martes, 25 de junio de 2019

Crónica de la Madrid-Valencia





Mario se tocaba la rodilla y decía: “No sé que tengo aquí, Juan, algo me duele”. Teniendo en cuenta que aún nos faltaban 300 kilómetros del total de 387 que estábamos por hacer, no podía dejar de preocuparme. Eso podía ir a peor. O quizás no.

Todo empezó hace un año, cuando tras acabar mi objetivo ciclista de 2018, la Luchon-Bayonne, comencé a pensar en un objetivo para el año siguiente y me planteé hacer algo con compañeros de la Unión Deportiva Vegetariana por un reto solidario. De cuatro ciclistas, al final sólo pudimos continuar con la idea los dos aventureros que hemos hecho este reto: Mario Mejías y Juan Merallo. 
La ruta teníamos previsto haberla comenzado a las 00:00 del día 15 de junio, pero Mario, que trabajaba el viernes 14 y venía de Don Benito (Badajoz) tuvo algunos problemas logísticos y finalmente me comunicaba a la 1,20 de la madrugada que iba hacia nuestro punto de encuentro, en Vicálvaro. A la 1,30 bajaba yo las escaleras del bloque de pisos donde vivo, con la bici cargada hasta los topes, encontrándome con un vecino que subía y que se llevó un susto de muerte al ver a un tipo vestido de ciclista bajando con la bici a esas horas. Tras 35 minutos de pedaleo, llego a Vicálvaro, donde poco después aparece Mario, poniéndonos en marcha a las 2,30.
Vicálvaro. 2:30 de la madrugada
La zona por la que salimos me la conozco por ser una zona habitual de entrenamiento. Pero a esas horas no hay nadie y las cosas se ven muy diferentes de noche. Lo primero el silencio. Una zona normalmente frecuentada por tráfico es una zona en la que no se oye el entorno y para hacerte entender por otro ciclista le tienes que gritar. Pero en la noche no, en la noche se oye perfectamente el suave rozar de la cadena a su paso por los piñones, platos y roldanas, así como el rozamiento de las cubiertas por el suelo. Cuando hablas con tu compañero, lo haces en susurros, con miedo a romper ese silencio, mientras escuchas su respiración al subir las cuestas. Es todo muy distinto.

Mario no conoce el terreno y me sigue durante toda la noche, por el miedo a meterse por donde no corresponde, e incluso de salirse del camino. En los primeros 70 kilómetros ni siquiera miro el track del GPS, es un terreno conocido y sé incluso dónde hay baches peligrosos o desaparece un arcén.

Desde un principio vamos a un ritmo alegre, pero sin exigirnos mucho. La estrategia en las largas distancias es la de no gastar energía más allá de la imprescindible, porque será necesaria más adelante.

Al paso por Loeches (kilómetro 30) unos jóvenes van andando por el medio de la desierta calle y les aviso de que vamos a pasar, por lo que se apartan. Se nos quedan mirando como si fuéramos una aparición. A la salida del pueblo está apostado un vehículo de la guardia civil cuyos pasajeros se nos quedan mirando con extrañeza. En general, los pocos vehículos con los que nos cruzamos disminuyen la velocidad para intentar averiguar que es “eso” que está ahí, con luces, reflectantes y moviéndose de un modo tan lento. Ir en bicicleta a estas horas es incluso más seguro que ir de día, es una sensación aceptada por todos los ciclistas que a veces circulamos en estas circunstancias.

Aún no hace mucho frío, pero no nos sobra nada de la ropa que hemos traído.

Pozuelo del Rey
En Pozuelo del Rey (kilómetro 40) hacemos la primera parada corta. Mi estrategia, compartida por Mario, es la de parar cada 60-90 minutos para comer algo. Sólo unos pocos minutos, pero que permiten estirarse, cambiar la postura, orinar, enviar algún mensaje, etc. Comiendo cada cierto tiempo permites al cuerpo ir rellenando los depósitos de glucógeno, que debido a que el cuerpo sólo es capaz de almacenar una serie de gramos de hidratos a la hora, es necesario ir reponiendo con esa periodicidad.

Al poco de salir de Pozuelo se da una circunstancia que se repetirá varias veces durante la noche: en el silencio nocturno se escucha algo que se mueve a nuestro lado, entre los matorrales, seguido por el inconfundible fuerte olor de los jabalíes. Uno de ellos, cerca del cruce de Valdilecha, incluso nos saluda con un gruñido, que me tomo como un saludo a dos personas que no comen animales, que serían incapaces de hacerles daño alguno.

Más adelante, ya de día, veremos dos majestuosos ciervos, desde luego muchos conejos y una buena cantidad de rapaces que nos miran desde lo alto.

También nos encontramos, como siempre que vamos en bicicleta, animales atropellados en la carretera o en la cuneta: gatos, perros, aves, conejos, un zorro… Es por ello que esta ruta la hemos realizado sin apoyo de vehículo a motor alguno, porque no queremos ser parte del ingente problema que suponen los atropellos a animales en las carreteras. Eso nos supone llevar mucho más peso en las bicis, tardar más y hacer más esfuerzo, sobre todo en las cuestas arriba. Pero cada vez que vemos un animal muerto en la carretera tomamos consciencia de que merece la pena como lo estamos haciendo. De hecho, algunos de los animales que tienen recogidos en el Santuario Vegan, son animales que habían sido atropellados, pero habían sobrevivido. Ellos tuvieron suerte de que Santuario Vegan se cruzara en su camino y les diera una nueva oportunidad, pero otros muchos no tuvieron esa suerte, bien porque murieron en el acto, bien porque quedaron heridos y nadie los vio y/o los atendió.

Mención aparte merece la luna. Una luna casi llena nos ilumina sutilmente el entorno nocturno como si estuviéramos en un eterno amanecer o atardecer. En un momento dado apagamos las luces durante un instante para dejarnos guiar por la luz de esta preciosa luna, luz que nos permite ver los árboles, las casas dispersas en el campo y hasta las piedras que pueda haber en el camino. En ese momento te sientes en armonía con la noche.

Tras la pronunciada e intensa bajada a Carabaña, cruzamos el río Tajuña por un puente neoclásico del siglo XVI, con pilares de un antiguo puente romano. He pasado muchas veces por este puente, pero nunca lo había hecho de noche. La iluminación del puente es muy tenue, casi como si estuviera alumbrada por velas de la época en la que fue construido, dándole un aspecto misterioso que me gusta.

Estremera
Y ya se sabe que después de pasar un río normalmente hay que subir, como es el caso. Son ya las cinco de la mañana y la luna empieza a ocultarse entre los cerros, por lo que en algunos momentos la visibilidad depende ya sólo de las fantásticas luces que traemos en nuestras bicicletas.

A las 5:40, en el kilómetro 70, hacemos nuestra segunda parada a picar algo en la cerrada gasolinera a la entrada de Estremera. Al noreste se ve ya un atisbo de claridad que anuncia el sol que está por venir.

Las horas del amanecer son las más frías de toda la jornada, por lo que la bajada hasta el Tajo nos hace pasar un mal rato, metiéndonos el frío en el cuerpo que no nos quitaremos hasta dos horas más adelante. Lo peor son las manos de Mario, que no ha traído guantes de invierno y la rigidez del frío en las manos le dificulta incluso cambiar las marchas de la bici.

En el alto de la Urbanización El Ballestar paramos a hacer una foto con fondo de amanecer. Ya se empieza a clarear el paisaje, los pájaros comienzan a despertarse y a saludarse unos a otros. Nosotros seguimos con el frío en el cuerpo. La solución para ello es pedalear.



Amanecer en El Ballestar



Poco a poco iremos dejando la zona de ribera para ir ascendiendo hacia la meseta castellana, por encima de 800 metros de altitud. 




A las 7 de la mañana estamos en Barajas de Melo, kilómetro 90 de la ruta. Paramos en unas mesas circulares muy aparentes, perfectas para picnic. Pero curiosamente ninguno de los dos nos sentamos, porque no podemos dejar de movernos, para quitarnos el frío, mientras comemos algo. Ya le aviso a Mario que ahora comienza una subida y además bastante despejada de vegetación, por lo que el ejercicio unido al calor del sol acabará con el frío, como así es. Esos rayos de sol horizontales proyectan nuestra sombra sobre los montículos de tierra de la ladera de la subida. Es como una película en vivo de nosotros mismos pedaleando. Mario lo inmortaliza en un breve vídeo.




Mario me ha comentado hace rato que tiene una molestia en la parte trasera de la rodilla. Yo le vengo diciendo que llevo algunos problemas estomacales, probablemente secuelas de la gastroenteritis que me tuvo doce días antes con fiebre en la cama. Mario cree que lo suyo es falta de hidratación, pues con el frío nocturno no apetece beber mucho. A ver como evoluciona todo.

Entre charlas y cuestas llegamos a Carrascosa del Campo, kilómetro 120, a las 8:40 de la mañana. Queremos tomar algo caliente, pero no hay nada abierto, por lo que picamos algo y seguimos hacia Palomares, veinte kilómetros más allá, donde ya encontramos un bar abierto. Mario se toma un café solo y yo una manzanilla. La manzanilla es antiinflamatoria, por lo que me servirá como preventivo para lo que va a venir: con el ejercicio se crea inflamación muscular, que conviene rebajar con estiramientos y ayudas como la de la manzanilla, tan fácil de encontrar en cualquier lado.

Estirando y desentumeciendo el cuerpo
Con la presencia del día, Mario ha comenzado a pasar algunos relevos, lo que a mí me viene fenomenal para descansar un poco de vez en cuando. Al principio vamos intercambiando relevos junto con tramos en paralelo para charlar. En esos tramos de relevos en fila india tomamos consciencia de que Mario, al ser más alto, es más pesado que yo, por lo que en cualquier terreno con la mínima tendencia descendente, si va detrás de mí, tiene que ir frenando. Por lo tanto, tomamos la determinación de que él se pone delante en los terrenos con tendencia a bajar y yo en los llanos y las subidas. Cuándo yo voy cuesta abajo detrás de Mario no tengo que frenar, al pesar yo menos, pero me beneficio de su rebufo, yendo más rápido que si fuera por mi cuenta. Asimismo él se beneficia de mi rebufo en el llano. En definitiva, una gestión inteligente de los recursos para intentar ahorrar energía para todo lo que queda.

Olivares del Júcar. Kilómetro 175. Las 12 del mediodía. Paramos en el banco de una parada de autobús a reponer fuerzas. Se nos acerca un paisano con una enorme sonrisa y ganas de conversar. Nos dice algo, pero no le entendemos bien. A duras penas al repetirnos le entendemos que nos está saludando y dando consejos para la bici, como hinchar bien las ruedas y comer y beber. Le decimos que sí, que tenemos que comer bien porque el camino es largo. Nos pregunta que a dónde vamos y al decirle que a Valencia se echa las manos a la cabeza. Pero ahí no acaba todo, le decimos de dónde venimos y entonces nos dice que sí, que más vale que comamos bien. Se va a hacer un recado y al rato Mario me advierte de que otro paisano se nos está acercando con ganas de más charla, como así es. Declaramos Olivares del Júcar como la localidad más amistosa de todo el recorrido.

Durante toda la noche y primeras horas de la mañana el viento ha sido inapreciable. Pero según ha ido avanzando la mañana, debido a las diferencias de temperatura y presión en las pendientes, valles y llanos, ha comenzado a soplar de oeste a este (o sea a favor, excepto algunos tramos de la ruta que la carretera se dirige dirección sur y nos da aire lateral). Esta ayuda del aire nos viene fenomenal, lógicamente. No es un viento muy fuerte, pero todo lo que sea no tener viento en contra es de agradecer. Sabemos que al llegar a la Comunidad Valenciana este viento va a desaparecer, como así será, pues se verá contrarrestado por el temido viento de Levante (viento que viene del mar por las tardes, por lo tanto en contra).

Buenache de Alarcón
Buenache de Alarcón. Kilómetro 205. 13:30 horas. Nueva parada para comer algo. Yo saco uno de los sándwiches que he traído. Para una ruta tan larga conviene comer comida normal, no estar sólo a base de barritas y geles, por lo que he traído sándwiches de paté vegetal (de papaya con curry, también antiinflamatorio), de mermelada y de membrillo, además de fruta madura (principalmente plátanos) y fruta desecada, como uvas pasas, higos secos, orejones, dátiles, etc.

Todo este tramo con aire a favor y menos accidentado geográficamente se nos pasa volando entre conversaciones. Al fin y al cabo esta es la segunda vez que Mario y yo nos vemos en nuestra vida, así que tenemos muchas cosas que contarnos el uno al otro.

Además la euforia aumenta, al ver que Mario ha dejado atrás su problema de rodilla al hidratarse mejor. Por mi parte, he dejado atrás los problemas de estómago, tras hacer varias sesiones de respiraciones, contracciones y relajaciones abdominales.

Patatas en Motilla del Palancar
Motilla del Palancar. Kilómetro 231. 14:30 horas. Nos hemos propuesto comer en algún local de esta localidad, que al ser grande pensamos que podremos conseguir alguna opción vegana. Tras dos intentos infructuosos, decidimos quedarnos en el tercer lugar, pero tampoco es para tirar cohetes: nos dan unas patatas bravas, pero sin la salsa original (que no era vegana), sino con una salsa kétchup. Yo traigo desde Madrid en la bici una ensalada de bulgur, que acompañamos a las patatas. Es un problema endémico para un vegano ciclista de larga distancia: encontrar comida adecuada en poblaciones de tamaño pequeño y medio. Es por ello que conviene traerse de casa la comida, porque la oferta para un vegano en estos lugares es escasa, si no inexistente.

Está haciendo calor, así que a la salida pasamos por un supermercado para comprar agua de coco, con la que rellenamos uno de los dos bidones de la bicicleta. El agua de coco es refrescante. Tiene cinco electrolitos muy necesarios para la actividad física: (potasio, sodio, calcio, fósforo y magnesio). Además tiene manganeso. Su sabor es muy agradable, pero no empalagoso. Tiene vitaminas y es antioxidante. Previene problemas digestivos.

La hidratación es un aspecto muy importante, pues tantas horas sobre la bici, con el gasto energético y la pérdida de minerales por el calor y la transpiración, unidos a las cambiantes condiciones climatológicas en un periodo tan largo de tiempo sobre la bicicleta, nos hizo tener mucho cuidado al respecto. Yo traía de mi casa los bidones con bebidas isotónicas caseras. Podéis ver en esta entrada de mi blog personal cómo realizarla. También traía polvos isotónicos y energéticos de la línea vegana de Nutrisport, para mezclarlos más adelante con agua, así como pastillas de electrolitos y sobres de suero oral.

Minglanilla
Beber agua sin nada más no es una opción para estos casos, pues te puede incluso llevar a la hiponatremia, el rebajado de sodio en sangre a niveles peligrosos.

Pasamos por Minglanilla, con su majestuoso castillo en lo alto. Desde el principio la ruta ha discurrido por carreteras secundarias, huyendo del tráfico y el ruido, aunque ello supongan más kilómetros y más desnivel. Desde hace unos kilómetros vamos por la antigua carretera nacional N-III, que como vertió hace años su tráfico a la autovía A-3, ahora va en la práctica vacía. Un lujo, una carretera ancha y sin tráfico.

Hoces del Cabriel. Embalse de Contreras
Embalse de Contreras, Hoces del río Cabriel. Kilómetro 270, 16:55 horas. Bonitas vistas, que nos invitan a parar, comer algo, hacer algunas fotos y cumplir la petición que desde Santuario Vegan nos hacen de un selfie para ponerlo en las redes. Marta y otras personas del Santuario nos siguen con entusiasmo, así como familia, amigos y colegas de la bicicleta. Durante toda la ruta nos envían mensajes de ánimo que para nosotros es un combustible emocional que nos anima y nos empuja a seguir pedaleando. No tenemos palabras para los que nos habéis animado de esa manera. Sinceras gracias.

Hoces del Cabriel


Tras una intensa y calurosa subida, comienza un terreno algo menos accidentado, más favorable que lo anterior. Nos acercamos a los 300 kilómetros de ruta y aquí llega el momento de empezar a darse cuenta de lo que estamos haciendo. Para mí es una ruta más dentro de mi extenso bagaje de rutas de larga distancia, pero la sorpresa es Mario, que la ruta más larga que había hecho en bicicleta hasta el momento era de 200 kilómetros, y en otro plan totalmente distinto, no tan deportivo. Esto para él es muy nuevo (casi el doble de distancia que su anterior máximo) y a mí me sorprende lo bien que lo está haciendo. Sólo le he visto quedarse en algunas cuestas, pero el resto del recorrido ha seguido a mi lado sin una sola queja, con un poderío inmenso. Este chico es un buen ciclista de larga distancia y no lo sabe.
Por mi parte llevo todo el año con esta ruta como mi objetivo principal, así que todo está saliendo casi sobre lo previsto (algo de retraso, pero tampoco una barbaridad), así que por mi parte contento.




Requena. Kilómetro 310. 19:20 horas. Paramos de nuevo a comprar agua de coco antes de entrar a partir de ahora en un terreno desconocido para mí, entrando en Valencia por carreteras secundarias, algunas de ellas vías de servicio de la A-3, pero otras pintorescas carreteras comarcales llenas de pinares.

Se supone que la llegada a Valencia sería relativamente fácil, pues había un terreno tendiendo a descender, pero nos encontramos con la cruda realidad: hay tramos de bajada, pero también muchas pequeñas trampas de continuas subidas. El cansancio empieza a notarse, aunque las sensaciones siguen siendo buenas para lo que llevamos.
Se empieza a notar el cansancio

Un detalle que no puedo dejar de lado es el dolor en las posaderas. Mario no tiene costumbre y lleva desde hace rato notando que lleva muy cargada esa parte, levantándose todo lo que puede del sillín. Pero yo se supone que tengo “callo” y no debería tener problemas. El cullotte de la Unión Deportiva Vegetariana que he traído puesto es muy bueno, pero no está pensado para estas distancias tan largas. Lo he traído por militancia, pero me arrepentí de no haber traído mis cullottes específicos para larga distancia, que bien caros me costaron, pero tan buen rendimiento me dan en este tipo de rutas. Voy con alguna molestia también, que nos obliga a los dos a ir levantados del sillín más tiempo del que deberíamos. 



Godelleta. Kilómetro 355. 21:45 horas. Hemos dicho que pararíamos a comer algo más consistente, no lo podemos llamar “cenar” (una ensalada de quinoa envasada comprada en una gasolinera y comida que aún llevamos en la bicicleta) cuando se hiciera de noche, para aprovechar todo lo que podamos la luz solar. Eso ocurre en Godelleta. Nos quedan sólo 33 kilómetros y nos parece que ya será todo coser y cantar… pero no es así. Al caer la noche nuestra mente o nuestro cuerpo (o ambos) se revelan, nos dicen que la noche anterior no han dormido, que llega la siguiente noche y con ella la ancestral costumbre de dormir… pero nosotros seguimos pedaleando y algo hay que dice que no quiere pedalear, que apaga un interruptor interno. Entramos en un ritmo cansino, menos vivo que lo que traíamos antes. Intento avivar dicho ritmo para activarme, pero Mario, que con la noche ha vuelto a ponerse a mi rueda para no perderse, no es capaz de seguirlo. El cuerpo necesita dormir y los últimos kilómetros pasan muy, pero que muy lentos para los dos.

En Torrent, a once kilómetros de nuestro destino, nos encontramos con calles cortadas por obras, que nos obligan a hacer una auténtica gymkana para cruzar la ciudad.

Entramos en Valencia cruzando el Turia. Son cerca de las 12 de la noche. Antes de llegar a la Plaza del Ayuntamiento paramos en una hamburguesería que Mario cree que tienen una hamburguesa vegetal, para poder cenar algo consistente antes de irnos a la cama. Resulta que le echan queso y que el pan lleva leche. No hay manera, que país.
Plaza del Ayuntamiento de Valencia


La llegada a la Plaza del Ayuntamiento no hay que imaginársela como una entrada triunfal en una etapa del Tour. Si bien las piernas las tenemos bastante enteras y la capacidad de pedaleo permanece constante, el sueño nos derrumba (especialmente a mí que con la edad cada vez llevo peor esto del sueño). Al llegar a la Plaza del Ayuntamiento no hay fanfarria, no hay gritos de júbilo, sólo un deseo muy claro: dormir por mi parte y encontrar algo de cena consistente y luego dormir por parte de Mario. Al llegar nos damos un abrazo, conseguimos que unos chicos que pasaban por allí nos hagan una foto que se le ocurre a Mario y nos vamos al albergue. El albergue está situado en una plaza en la que hay una actuación musical por unas fiestas. Nos da igual, dormiremos como benditos. El sueño es mucho y el cansancio también ayuda.

Al día siguiente, un desayuno de campeones con zumo de verduras y frutas recién exprimidas, tostadas con tomate y aceite y una tarta vegana. Tren regional y para casa de vuelta.

Desde las ventanas del tren vemos que ese día el viento sopla en dirección hacia Madrid y, con media sonrisa, nos decimos: ¿Y si hubiéramos vuelto en bicicleta a Madrid?



Gracias a todos los que nos han seguido, pero muy especialmente a las personas y entidades que han aportado donaciones para el SantuarioVegan, que era en definitiva nuestro propósito de esta aventura. Gracias a Javier, Ùrsula, Pilar, Haritz, Ricardo, María José A., María José M., La Unión Deportiva Vegetariana, Laura, Jesús y María Victoria. En total han aportado 453 euros. Aún puedes aportar para la causa aquí.



miércoles, 12 de junio de 2019

Seguimiento online del Reto


En esta entrada del blog podrás ir siguiéndonos.

EN ESTE ENLACE PODRÁS SEGUIR NUESTRA UBICACIÓN ONLINE: https://www.strava.com/beacon/oqmmsAnnghi

Es posible que haya momentos que el enlace no funcione por falta de cobertura, por falta de batería u otras razones, pero en general esperemos que funcione.

Independientemente de ello intentaremos ir poniendo aquí alguna foto y algún comentario de cómo se está desarrollando la ruta.


Disculpad si no podemos contestar a vuestros comentarios el día 15, porque estaremos pedaleando, aunque sí que los leeremos.

La salida está prevista alrededor de las 00:00 horas del día 15.




 JUEVES POR LA TARDE. PREPARANDO LAS COSAS PARA EL RETO

Esto tiene que ir en la bici (excepto el casco, perdón).
Faltan tres sandwiches, varias frutas y una tartera de cous-cous



Esto es lo que llevaré puesto, al menos de noche con el frío, luego me iré quitando cosas

VIERNES NOCHE

Debido a problemas de logística de última hora en el viaje de Mario a Madrid, la ruta no la podremos estar comenzando a las 12 de la noche como teníamos previsto, tendremos que empezarla algunas horas más tarde. Ya iremos informando.

2:30
A la 1:30 Juan sale de su casa. Recoge a Mario en Vicálvaro y salimos a las 2:30 dirección a Valencia.


4:15
Km37. Pozuelo del Rey.


7:00
Km.90.Barajas de Melo
Ya es de día pero es el momento en el que hace más frío.
Durante la noche teníamos una bonita luna que nos iluminaba todo el campo. Además sestabamos solos en las carreteras.


9:45. Km 140. Palomares del campo.
Vamos con retraso acumulado por incidencias varias, pero seguimos pedaleando.
Hemos pasado del frío a empezar a hacer calor.
Recordad que podéis ver por dónde vamos en este enlace:
https://www.strava.com/beacon/oqmmsAnnghi

15:00
Km 231. Motilla del Palancar. Buenas sensaciones. Estamos almorzando

A las 12 de la noche hemos llegado a la plaza del ayuntamiento de Valencia.
RETO CONSEGUIDO.
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo.

Haremos una entrada con la crónica de la ruta

Ya tenemos fecha para el Reto Solidario




El próximo día 15 de junio de 2019 realizaremos el Reto Solidario entre Madrid y Valencia para recaudar fondos para el Santuario Vegan. 

El mismo día pondremos un enlace en el blog y en redes sociales con el que nos podrás seguir online por donde vamos en cada momento.


Os recordamos nuestro hashtag: #RetoUDV380

Rob en uno de sus primeros paseos
Si aún no has hecho una donación, te pedimos que la hagas. Estamos muy agradecidos a las personas y entidades que han hecho ya una donación, pero... han sido muy pocas hasta el momento y nos gustaría que hicieras la tuya, por muy pequeña que esta sea.

Los habitantes del santuario te necesitan para poder costear su alimentación mensual, alojamiento y gastos veterinarios. Rob, al que podéis ver en la foto al lado, es uno de los habitantes del santuario. Nació con una malformación en sus manos y no podía ponerse de pie. Iba a ser enviado al matadero, pero Santuario Vegan se hizo cargo de él y le ofreció una segunda oportunidad.

Las donaciones las puedes realizar aquí: http://wingsofheart.org/haz-un-donativo
   
Al hacer la donación, por favor, indica que es para el "Reto Ciclista".
Después de hacer la donación, si quieres, comunícanoslo también a eldelabici@gmail.com

Haced una donación y compartid ¡por favor!

MUCHAS GRACIAS.